Sable es un juego que me ha dado mucho más de lo que esperaba por razones que no esperaba.

Es un juego muy sencillo. Muy puro. Un juego que propone "sal ahí fuera, conoce sobre el mundo y sobre ti mismo" me inspiraba un potencial tono grandilocuente, un hipotético viaje que prometería darte preguntas y potenciales grandes respuestas a preguntas que realmente no tienen una respueta fácil (si acaso la tienen). Sable no es así. Sable es consciente de lo grande que es el mundo e irónicamente, aunque el objetivo final del juego sea decidir qué máscara elegir (y con ello, decidir "quien vas a ser"), creo que Sable es consciente de que las personas (y el mundo) es mucho más complejo que elegir una máscara, o creer que un viaje, por muy increible que sea, sea todo lo que necesites para saber quien eres.

Elegir qué mascara quieres ha sido una decisión en la que me he tirado minutos y minutos. Y realmente nada cambia. El final será el mismo. Pero es una decisión que se siente importante, profundamente personal. Y melancólica. No quiero solo ser un Scrapper y estar siempre alejado de todo el mundo, pero quiero descubrir y explorar ruinas. No quiero separarme los Ibaxi, tu clan inicial, pero tampoco quiero anclarme a ellos. Es una decisión donde no hay respuestas correctas y que aunque sabes que no se puede definir a una persona en base a ello, lo que elijas marcará a Sable en el futuro. Pocos juegos hacen que me quede tanto tiempo pensando, elegir con un gran sentimiento de melancolía, y llorar mientras veo sus breves créditos.

He sonreido y me he reido con sus personajes, he sentido una fascinación y un deseo por la exploración grandiosa que se ha visto muy intensificada por el hecho de que es la primera vez que experimento esa mecánica de Breath of the Wild de "trepar a cualquier lugar" (si bien aquí en ocasiones a nivel técnico el juego se rompe, quizá lo único que puedo criticar de forma dura del juego, sus constantes bugs y fallos técnicos, pero que ni mucho menos rompen la experiencia de viaje). Ante todo, Sable me trasmite libertad, o al menos, la posiblidad de explorar, de redescubrir aquello que (en cierta medida) tenemos cuando somos niños, cuando aún no estamos definidos, no sabemos quien queremos ser, y no tenemos demasiadas cosas que nos aten, antes de que finalmente tengamos que pasar a la vida adulta y definir quien somos (elegir una máscara).

El "Gliding" es lo que marca la experiencia de Sable. Las personas de este mundo, en su adolescencia, hacen un viaje fuera de su clan, un viaje que dura tanto como ellos deseen y que les permite ir allá donde quieran junto a una moto y a una piedra que les permite levitar, pudiendo explorar con seguridad el mundo. Es un concepto precioso y a lo largo de tu viaje conoces distintos lugares, distintas culturas, y en muchas ocasiones Sable hace incapié en cómo no acaba de comprender al otro, pero que eso le llena y le alegra, hace que abrace más a su "Gliding". También hay momentos en los que echa de menos su hogar, a pesar de la felicidad de estar explorando un mundo tan basto. Y es que Sable sabe abrazar la exploración de su mundo, el genuino "quiero ir allí" y el conocer más cosas de él, como sus únicas mecánicas. Cada vez más aprecio este tipo de experiencias, y Sable se me ha descubierto como una sorpresa inesperada que ahora llevo conmigo.

Reviewed on May 14, 2022


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