Todas las loas que se han hecho a este juego son merecidas. Cada aspecto de Hollow Knight está tan ajustado como los saltos entre sus plataformas y aunque desde el principio no te coge de la mano, su dificultad nunca parece injusta. Siempre te da un respiro, un resquicio para aprender y consigue que la satisfacción al superar sus retos sea una de las mejores sensaciones que un videojuego puede darte.

Pero no sólo es virtuoso en su parte jugable, si no en todo lo que lo rodea. La ambientación, dirección de arte o música son excelsas y su historia, como su pequeño protagonista, esconde a simple vista mucho más de lo que unos ojos que no estén atentos puedan observar.

Una maravilla.