No sólo es el mejor Xenoblade y la mejor obra en la que Tetsuya Takahashi ha metido mano, también es uno de los mejores videojuegos de Nintendo Switch y, por qué no decirlo, venga, el mejor jrpg de la era moderna del videojuego. Sonará a calentada, tal vez, pero es mi crítica y no veo a ninguno (¡a ninguno!) capaz de hacerme sentir las cosas que Noah, Mio y sus compañeros han logrado durante este viaje que ha sido, en una palabra, mágico.
El combate y la exploración están más afinados y pulidos que nunca, la banda sonora tiene picos que son puro cine y la historia es épica como pocas. Pero si por algo brilla XC3 es por sus personajes. La obra vive y respira por y para ellos. Al principio se toma su tiempo, los contiene, apuesta por un desarrollo más slow burn que otras entregas de la saga para que te habitúes a su presencia, a sus frases y manierismos. Poco a poco los eleva y desarrolla, los entremezcla y hace interactuar, sin prisa pero sin pausa, cada vez de forma más evidente. Y es a partir de ese clímax emocional del capítulo 5 cuando se permite que todo esto estalle en un torrente sin igual que te abre y desgarra por dentro. Y el nivel no baja durante toda la segunda mitad del juego.
¿Y lo que he llorado? Dudo que Takahashi se pueda imaginar lo que he llorado. Es hasta injusto que ese señor haya decidido coger un martillo y destrozar mi corazón en mil pedazos durante toda la secuencia final.

Ahora necesito que el DLC prometido no sea otro Torna The Golden Country, sólo quiero un capítulo especial de piscina donde Mio y Noah se lo pasen en grande por una vez. Porque se lo merecen.

Reviewed on Aug 10, 2022


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