Un juego de peleas que probablemente se ha ganado la condición de clásico a pulso y que pese a su antigüedad aún sigue ofreciendo la misma calidad y experiencia con la que nos entretuvo hace años. Bloody Roar es la franquicia que nos permite combatir con personajes que tienen la habilidad de transformarse en bestias salvajes. Desde un murciélago hasta el rey de la selva, el roster que compone la segunda entrega de la saga es variado y fácilmente diferenciable. El gameplay no es que sea algo del otro mundo, pero es rápido y fluido, algo sorprendente para la generación en la que salió al mercado y que implementa la mecánica de transformación sin ningún inconveniente. El modo arcade profundiza en la historia de cada personaje y logra que nos interesemos por conocer más sobre este mundo en donde los teriántropos son algo común y las conspiraciones corporativas están a la orden del día. Aunque las historias no sean nada del otro mundo, captan nuestro interés y logran que queramos utilizar a todos los personajes disponibles para conocer los diferentes puntos de vista de una trama interconectada pero sencilla. En pocas palabras es un juego de peleas altamente recomendado e interesante.