Infiltrarse en distintas bases llenas de enemigos sufriendo por tu vida y la escasa munición, e ir avanzando mientras consigues tarjetas (llaves de puertas) y otros objetos que te permiten seguir avanzando por sitios donde antes no llegabas hace que Metal Gear me recuerde mucho al primer Zelda de NES.
El mapa y las bases enemigas son auténticos laberintos (no me habría pasado el juego sin dibujar el mapa sobre papel) que obligan a dar vueltas y volver repetidas veces por las mismas habitaciones hasta que encuentras por donde avanzar.
Lo peor de este backtraking es lo tedioso de tener que recordar y cambiar las tarjetas que te vas encontrando para abrir una y otra vez una misma puerta.

Reviewed on Feb 21, 2023


Comments