Un regreso al recuerdo y a la memoria de una saga. Monkey Island fue padre de muchos juegos, los jugadores ahora están en edad de ser padres y que literalmente nos muestra al padre Guybrush contando sus batallitas.
La reflexión del juego es bonita y agridulce, pero salvo que juegues en modo difícil, con todo lo que eso conlleva (resoluciones tontas a puzzles obtusos, marca de la casa), creo que queda en el lado de las aventuras gráficas facilonas. Huelga decir que tienes una guía acompañándote constantemente, lo que es de agradecer.
En cualquier caso, las sonrisas las saca, los personajes son divertidos (aunque no son las mejores versiones de ninguno de ellos) y el estilo artístico tiene su encanto. Como tal, cumple, pero de un Monkey Island espero diversión y complots complejos que se resuelven de forma humorística... Y aquí ha habido poco de eso. Me alegra haber visto a Guybrush con sus viajes, pero creo que el final me ha dejado chafado. Y eso no me ha gustado NADA.