El juego tiene elementos que, por separado, pueden parecer más o menos convincentes o más o menos controvertidos pero que, dentro del conjunto, acaban funcionando como un reloj suizo.

Se comenta mucho si es digno o no del nombre "Final Fantasy" por la esencia, pero realmente es un debate un poco estéril. Al fin y al cabo, ¿cuál es la esencia de una franquicia que lleva 35 años entre nosotros mutando según pasa el tiempo? De primeras choca un poco que sea más limitado a la hora de hacerte una build personalizada, al fin y al cabo siempre suben los mismos atributos, han eliminado elementos y diferencias entre daño físico y mágico, pero todo es en pos de un combate que resulta adictivo y espectacular y dentro del cual, según se avanza, se ve que uno puede jugar bastante.
Igual con las misiones secundarias o falta de minijuegos: empiezas viéndolo como recados sosos y repetitivos, pero a medida que el viaje avanza, uno acaba prendado por cómo tratan el acervo, su forma de tratar los temas y la capacidad que tienen para que te encariñes de NPCs sin casi ningún tipo de peso en la trama principal pero ante la cuál orbita todo, y es que dentro de ese mundo que se puede comparar con 'Juego de Tronos' hay lo que se puede llamar como auténtica esencia FF: esa búsqueda de la luz en un mar creciente de oscuridad, ese no desfallecer ante las adversidades rodeado por los tuyos, esa forja del camino.
Y es con esto con lo que todo acaba siendo redondeado, con unos personajes que desbordan carisma por todos los poros, un sentido de la emoción y la épica increíble (amplificada aún más por los combates contra jefes y un apartado musical de cagarse patas abajo).
El viaje constante, con sus parones para recados y todo, es lo que logra que hasta las piezas que parecen un poco escacharradas o bastas vayan encajando y consigan una experiencia que se va redondeando pese a sus aristas y, personalmente, me han hecho volver a la franquicia con ánimos renovados.

Reviewed on Jul 11, 2023


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