La franquicia Zelda es de esas que tiene como seña de identidad traer elementos novedosos al paradigma videojueguil, en mayor o menor medida, con cada entrega. En este sentido, los de Nintendo lograron en Ocarina of Time una mejora sustancial en lo que respecta a explorar entornos tridimensionales respecto a lo planteado anteriormente en Super Mario 64. Esto sumado a una historia no demasiado compleja pero que sí rezuma aroma a aventura, melodías pegadizas y controles fáciles de dominar, dan cabida a una experiencia sumamente entretenida y que incluso no resulta tediosa rejugar.

Adicionalmente, no ignoro que esta versión corresponde al remake para la 3DS. En este sentido, los de Grezzo recrearon a la perfección el producto original con mejoras de calidad de vida lo suficientemente leves pero significativas, como la posibilidad de controlar la cámara con el C-Stick de las versiones New de la consola. Esta fidelidad, con la ración suficiente de adaptación a los tiempos modernos, permiten que OoT sea un título que soporta el paso del tiempo así como una experiencia jugable amena y una referencia obligada para comprender la historia de los videojuegos.