Un juego en el que encarnas a un tiburón jamás debería ser tan aburrido. En su repetitividad, sencillez y escasa dificultad, lo único que consigue Maneater es convertirse en un juego que no logra suscitar ninguna emoción en el jugador, más allá de la apatía.
Es una experiencia insípida y completamente olvidable.
Es una experiencia insípida y completamente olvidable.