Continuación de Nekketsu Koh Kunio-kun (Renegade en la versión occidental), uno de los primeros beat em ups de arcade y predecesor de Double Dragon, trasladado a consola y al jrpg. Una premisa que normalmente me parecería aborrecible, la encuentro aquí llevada con mucha inteligencia.

Los golpes carecen del impacto de Renegade, no caben más de dos enemigos en pantalla por lo que la gestión de multitudes es casi inexistente y no existe la profundidad que sí tenía su predecesor de arcade (sin ser aquel ejemplo de elegancia en su diseño), pero encuentra un giro mecánico inesperado añadiendo fisicidad a su entorno. Los cuerpos rebotan, chocan entre sí, correr guarda su inercia, puedes saltar encima de objetos, muros o compañeros y todo se presta al jugueteo. Las técnicas se alejan de los combos de un juego de lucha, (donde ejecutas una serie de comandos precisos en secuencia) y por el contrario nacen de un contexto de sistemas en fricción. Esto se potencia a dobles donde al combinar sus elementos brotan siempre resultados inesperados. Puedes agarrar una caja del suelo y golpear con ella a enemigos o lanzarla si te viene mejor, o puedes ir corriendo darle una patada en el suelo para dispararla hacia delante. Y si un enemigo la suelta al aturdirse esta rebota y sigue impactando a quien se acerque. O puedes subirte encima de la caja mientras la agarra otro personaje. Reacciones en cadena que viven en un medio físico. Y a pesar de todo, nada de eso es necesario para avanzar. Solo existe de fondo, como tantas otras cosas del juego.

El planteamiento menos lineal y el bucle típico de ser apaleado una y otra vez hasta hacerte más fuerte y lograr vengarte, tiene sentido en su narrativa de pandillero adolescente en Japón. Presta especial importancia a la construcción de su mundo, no mediante texto, sino con contexto. Presenta una cantidad de sistemas invisibles de fondo que determinan la experiencia y dan vitalidad al entorno. El comportamiento de los matones depende de la banda a la que pertenezcan, algunos huirán si los golpeas, otros se volverán más agresivos; si mantienes un código de honor en la calle, subirá tu reputación y al vencer a algunos jefes se te unirán como compañeros y su banda dejará de ser hostil; encontrarás enemigos con personalidad a los que si derrotas volverán más adelante buscando la revancha y más sorpresas que guarda el juego y que no explica en ningún momento ni te obliga a descubrir. Sumado a la fisicidad de antes, el resultado es una experiencia más amplia y completa de lo que aparenta, donde verdaderamente sientes habitar un mundo vivo.

Y es una pena que su acción no logre despegar porque todo lo que la rodea está llevado con mucho estilo e imaginación. Jugando solo termina dependiendo en exceso del grindeo y a dobles es un paseo, por lo que no termina de encontrar un equilibrio. Renuncia a la inmediatez y densidad de la experiencia arcade para buscar más profundidad en su mundo, y, aunque preferiría más contundencia y hondura en su combate, es innegable que lo que busca lo consigue.

Reviewed on Dec 14, 2023


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