El tema de Ikaruga no es la voluntad, es la rigidez. Detrás de su teatral presentación y aires de superioridad se esconde un juego rígido, superficial y tedioso. Su desafío se centra en la memorización y en la ejecución estricta, alejada de la acción dinámica y profunda de los buenos juegos de naves. No es una buena entrada al género ni es representativo las virtudes de este.
Versión larga.
Mi 1cc
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