La primera decisión que tomas en Ravenlok es ponerle un nombre a tu personaje. Como en todas mis partidas, le llamé Wedge. El problema es que el personaje es femenino y no puede cambiarse. Entonces, ¿a qué viene el poder elegir el nombre? Es más, el nombre se utiliza en unas cinco ocasiones durante el juego y no aporta nada. Y ese es el gran problema de Ravenlok, introduce cosas sin ningún sentido, como estadísticas de personaje a pesar de que la subida de nivel no permite personalizarlas.
El juego es tosco en el control y en narrativa, saltando de un lado a otro con tres frases de personajes que importan bien poco. El combate es simplemente un chiste en el que se aporrea el mismo botón lo más rápido posible mientras esquivamos a los enemigos más estúpidos que recuerdo últimamente.
Por el lado bueno, Ravenlok es visual y sonoramente interesante, con un diseño a base de voxels realmente precioso y una banda sonora que se recuerda tras terminar el juego.
Un juego con mucho potencial que al final no se aprovecha y deja más patente lo que pudo haber sido que sus pocas virtudes.
El juego es tosco en el control y en narrativa, saltando de un lado a otro con tres frases de personajes que importan bien poco. El combate es simplemente un chiste en el que se aporrea el mismo botón lo más rápido posible mientras esquivamos a los enemigos más estúpidos que recuerdo últimamente.
Por el lado bueno, Ravenlok es visual y sonoramente interesante, con un diseño a base de voxels realmente precioso y una banda sonora que se recuerda tras terminar el juego.
Un juego con mucho potencial que al final no se aprovecha y deja más patente lo que pudo haber sido que sus pocas virtudes.