En Dust: An Elysian Tail nos ponemos al control de Dust, un protagonista que hace uso del manido cliché de la amnesia, para recorrer un mundo de fantasía en compañía de una minifurra incapaz de esconder la aberrante cantidad de malegaze tras su diseño (¿furrogaze?, yo qué sé ya) y una espada que habla. Mecánicamente es un juego de combate y exploración que en su diseño se centra en consolidar las convenciones del género y añadir alguna que otra capa RPG (como los niveles y mejoras en habilidades) y leves toques de crafteo. El combate resulta espectacular pero bastante repetitivo, durante la mayor parte del tiempo eres una bestia imparable pero en el momento en el que te despistas y te hieren recibes mucho daño, así que el juego te incentiva a no dejar de molar ni por un momento.

Esto lo enfatiza un apartado visual muy cuidado y detallado. Visualmente es precioso y espectacular, si te gustan los furros gana puntos (no es mi caso especialmente). El sonido también está muy cuidado, la BSO cumple con creces su función de acompañar la atmósfera mágica y los momentos dramáticos que encontraremos a lo largo de las secciones de juego y cinemáticas, en las que está presente una actuación de doblaje muy competente, quizá algo sobreactuada para mi gusto, aunque de ponerle alguna pega sería a la dirección, porque creo que la interpretación tiene unos estándares de producción que no tienen nada que envidiar a una serie de dibujos animados y se ajusta bastante al nivel de dramatismo y edgyness que rebosa el juego por todos sus costados.

Estos momentos, bastante frecuentes, de dramatismo y ominosidad algo forzada contrastan con sidequests mundanas que entretienen y contribuyen tanto a la progresión de habilidades del personaje como a la construcción del mundo, a través de las cuales el juego nos deja algún que otro chascarrillo en el que no se toma muy en serio a sí mismo y se ríe de sus propias manías de videojuego. Además de esto el trío protagonista se complementa bastante bien y en ocasiones sus diálogos sirven como una guía orgánica para establecer objetivos y enseñar mecánicas y, en ocasiones, incluso dotan a estos procesos de un sentido dentro del mundo ficcional.

También está repleto de ramalazos humorísticos (o al menos un intento de ellos) en los dialógos, que junto con su delirante premisa hacen que sea todavía más inesperada la seriedad de su trama, que consiste en luchar contra un imperio que se encuentra llevando a cabo un genocidio. A través de esto explora el tema del genocidio de una forma sorprendentemente profunda y trata temas como la identidad quizá no de una forma muy profunda pero que sirve para dotar a su mundo de fantasía de un toque poético.

En definitiva, como juego de exploración es sólido, como historia de fantasía es humilde y sincero. Detrás de su diseño de niveles que consiste en ponerte cientos y cientos de enemigos delante para que afiles tu espada con ellos (mientras te cuenta una historia de un genocidio, no quiero decir disonancia ludonarrativa, pero…), parece haber cierta conciencia sobre su repetitividad porque experimenta con otras formas de juego en secciones puntuales, aunque no terminan de estar del todo pulidas. El misterio de la narrativa con su correspondiente plot twist casi seguro será sorprendente, quizá a costa de ser demasiado rebuscado. También creo que la resolución de ese misterio es el clímax narrativo de la historia, por lo que deja al segmento final perdiendo fuelle hasta alcanzar una conclusión un poco floja, pero satisfactoria teniendo en cuenta todo el conjunto.

Reviewed on Aug 29, 2023


Comments