'Wandersong' ofrece una visión vitalista a los problemas mundanos de nuestra vida, de la mano de un bardo al que le cuesta mucho quedarse con la boca cerrada un rato (ni bajo el agua). Pero la importancia de esta obra no es la cualidad de cantar bien o mal (o hacer imposible la existencia a nuestra bruja compañera de viajes), es el estímulo que llama a cada uno de nosotros a expresar cómo somos y dejar atrás los miedos, apoyados con el poder de la música como medio de expresión. El mero hecho de usar el stick derecho para tocar notas con el bardo en cualquier momento/escena de la partida ya es un triunfo en sí. Una llamada a liberar tus ansias metomentodo y embellecer/marronear un momento dulce de la partida de la manera menos conveniente. O ponerse a bailar en un momento comprometido de la narrativa. La música es vida, expresar sentimientos nos hace libres, abrirse en canal no nos hace menos persona que otra, todos tenemos un espacio en el mundo.

Aunque pueda resultar empalagoso por instantes, la narrativa propuesta por Greg Lobanov propone muchos conflictos internos y soluciones agridulces que harán que la perspectiva que tengamos del viaje cambie notablemente. Porque es muy fácil decirle a alguien que se anime o "piensa en positivo", pero tener la determinación para seguir adelante no es fácil sin plantarles cara a los problemas y elaborar una convicción clara sobre qué hacer frente a ellos. Desde su exageradamente simple mentalidad optimista, el bardo es el vehículo necesario para conectar el mundo de 'Wandersong' y llenarlo de vida. Y quizá a raíz de esa pureza que hallamos en todas las personas y criaturas del viaje, esa pequeña cosa que les hace especiales a cada una de ellas, el clamor atronador que se produce en el estallido final se vive más intensamente de lo esperado. Cierto es que buena parte del juego viene conducido por historias secundarias, habitualmente desconectadas de la narrativa principal, que pueden resultar un peñazo por la lentitud en la que suelen desarrollarse (o los infinitos diálogos profundizando en los sentimientos de cada personaje); pero prefiero quedarme con el aspecto más noble del mensaje del universo de Lobanov. He aprendido a perdonar su holgura y verborrea pasional, y apreciarla en la medida que es, de donde y quién viene.

El núcleo jugable está plagado de usos creativos y formas de emplear al bardo como instrumento, pero en ningún momento posee una profundidad muy allá. Sin quitarle mérito a su enorme creatividad, en muchos momentos se sabe incómodo de jugar, especialmente en algunas secciones plataformeras donde las físicas de los actores no actúan como se espera de ellos. Visto en perspectiva, acometer cualquier ejercicio musical de 'Wandersong' es parecido a loquefuesequehicieses jugando a 'Wii Music'. Tenemos que seguir unas notas y patrones rítmicos determinados, pero el diseño sonoro del juego suele adaptarse a lo que hacemos, de modo que nada parece tener sentido y todo lo que hacemos está bien... salvo que no suena demasiado bien. Es raro y puede resultar cargante en muchos momentos de la partida, pero también tiene su intríngulis, si se me entiende. Es una cosa... especial. Algo así.

Pero en definitiva, creo que las ~12h invertidas en 'Wandersong' han sido muy satisfactorias al final. Personalmente no obstante, creo que le he fallado un poco por no acercarme al juego con la mejor predisposición posible. Ha llevado mes y pico para terminar la aventura por la desidia que me producían los diálogos y lo que se enrollan las viñetas secundarias. Pero detrás del juego hay mucho corazón, mucha ternura y una actitud frente a la vida demasiado bonita como para dejarla aparcada en una biblioteca (inexistente en realidad) de Steam. 'Wandersong' merece una oportunidad.

Reviewed on Mar 07, 2024


Comments