Seré un poco insoportable por un par de líneas y citaré a Druckmann cuando decía para vender el The Last of Us aquello de: “Simple story, complex characters”. Mis juegos favoritos son así. No exactamente hablando de historia, pero sí siguen la filosofía de “Premisas sencillas, sistemas complejos”.

Me fascina la idea de coger algo tan trillado como un beat’em up de vieja escuela, pequeñito y conciso, y decir, “no pero escucha, van a ser los mejores puñetazos que vas a pegar nunca”.

Y lo son. La madre que me parió. Qué baile de botones. Qué animaciones más ricas a la vez que legibles. Qué adrenalina. A lo largo de cinco niveles que tienes que repetir como un condenado tú mismo te puedes convertir en un maestro kung fu con el mando. Y las sensaciones al superar ciertas zonas o al clavar ciertos combos es inigualables. En un mundo donde (seré insoportable otra vez) la fórmula Souls o un derivado de ella parece la única capaz de crear un combate action-rpg estratégico a la vez que visceral y estimulante, la gente de Sloclap ha creado y perfeccionado un sistema de combate original y redondo. Sencillo de manejar, pero complejo de dominar. Flashy y cinemático a la vez que reactivo y estratégico. La mezcla perfecta entre cómo se ve el combate de Arkham pero cómo se siente el combate de Sekiro.

Reviewed on Jan 20, 2023


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