Una de esas deudas que tenía con mi yo de ocho o nueve años, que nunca pasó del segundo nivel.

Aunque no ha envejecido tanto como me esperaba, tampoco es, que digamos, un buen vino.

En primer lugar, la estética es mi mero mole: ambientaciones lóbregas llenas de niebla y lluvia, callejuelas góticas del Londres victoriano, aberraciones eldritcheanas en low-poly ¿Qué más se puede pedir?

Por lo demás, es un amasijo de escenarios no del todo intencionadamente laberínticos -a lo cual le da en la torre el medidor de estamina que exige combate continuo- y unas mecánicas que en general consisten en cornerear a los enemigos y encadenar combos más o menos sencillos.

El jefe final, por otro lado, es, válgame, una auténtica pesadilla y bastante frustrante en comparación al resto del juego.

Reviewed on Mar 24, 2023


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