¿Cómo mejoras un juego de por sí excelente como era el God of War de 2018? Pues exactamente así, mejorando donde fallaba y ampliando lo que funcionaba.
Técnicamente es un portento, está claro, y narrativamente una absoluta joya que sabe cómo introducir temas de familia, destino o redención con gran tino a través tanto de la historia principal como de unas cuidadísimas misiones secundarias que, aunque pueden acabar haciéndose bola en número (el clásico problema que tengo con los AAA actuales), se ven diseñadas con tanto mimo que uno se implica de lleno en ellas.
Y el combate y la progresión consigue un game feel increíble, sin duda es donde más se ha visto beneficiada esta secuela. Hay tantas posibilidades de soltar guayas a los bichos que es imposible aburrirse.
De esas experiencias que te dejan al terminar un pequeño vacío en el corasón.

Reviewed on Feb 20, 2023


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