Las vagas similitudes de Dark Souls 2 con la saga King's Field solo sacan a relucir el deterioro en el diseño vertebral de estos juegos. Donde antes el protagonismo estaba en el lugar, ahora lo está en la acción. Donde antes se buscaba ponerte en los pies de un aventurero y actuar en primera persona, ahora se limitan a saturar el pasillo al siguiente atajo de enemigos en sus estudiadas posiciones. Poco queda de la espeleología de la saga prima, aunque se ven retazos. Se intuyen paralelismos en los golems del bosque renacidos en árboles o en la imagen de un rey Vendrick consumido en su soledad (en Dark Souls 3 habrían convertido este encuentro en una pelea multifásica). Existen ecos de cierta ciudad subterránea en esta aventura suplementaria, donde buscamos la corona de un rey olvidado en lo profundo de un templo custodiado por un dragón. Cuando pisamos una placa que activa una trampa o accionamos con una flecha un mecanismo que descubre un pasadizo secreto, nos viene el lejano recuerdo de cuando éramos arqueólogos y no guerreros.

Reviewed on Feb 12, 2024


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