Cuantísimo hay que pasarle por alto a la saga Uncharted para que te dé uno o dos momentos rescatables. Juego de acción y aventuras cinematográfico dónde la acción se encuentra en tiroteos que han perdido el ritmo de Uncharted 2 a costa de expandir entornos, posibilidades y hacer énfasis en el sigilo. Aunque la escasez de munición invite a ello, ya no es gratificante salir de las coberturas, pues la amplitud del escenario te expone en demasía. La otra cara de su acción queda en las fases de escalada o plataformeo, en las que ni siquiera su afán porque toda estructura se venga abajo sirven para dotar de interés a sus mecánicas.

¡AVENTURA! Grita Uncharted mientras su discurrir se basa en resolver ejercicios facilongos recubiertos por el barniz de ocultas culturas milenarias. Supongo que el jefe de obra de estos imperios secretos sería un Diseñador de Niveles ™. Se comenta poco lo aburrido que es para su pretendido tono ligero.

Con cada entrega, Uncharted ha entregado un poquito más para parecer una película. Pero cuánto más imita, más fallido se siente. Intentar coreografiar cada acción del jugador al compás de lo que sucede en pantalla suele quedar en bochorno, y la cosa no mejora durante las escenas en las que el jugador no tiene el control. Ponerse delante de cualquier juego de la saga y pretender que asistimos al cine supone apagar por completo la suspensión de la incredulidad. Concesiones y más concesiones.

Al menos The Lost Legacy se deja de introspecciones hipócritas como las de la cuarta entrega y deja en primer plano la relación entre las protagonistas sin mucho adorno. Solo dinámicas surgiendo entre dos personas condenadas a entenderse. Esto y cómo se va fructificando en pequeños detallitos del gameplay es lo mejor que tiene que ofrecer el juego, pero es la aguja en el pajar.

Reviewed on Jan 04, 2022


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