Kentucky Route Zero es un juego poético. Pocas veces me he plantado ante una aventura gráfica tan marcadamente dentro del género que someta de esa forma su estructura formal a una expresividad cruda. Los diálogos, los movimientos y cómo se nos presenta el mundo en este primer capítulo parece no llevar especialmente a ningún sitio, pero eso no es lo importante.

El juego empieza en una especie de in media res, pero no en el sentido de que inicie en medio de una acontecimiento especialmente relevante, sino en lo que parece ser un término medio entre algo familiar y cotidiano como es un viaje de trabajo y un viaje hacia lo desconocido. Esta dualidad se presenta a través de la exploración de lugares que desde el primer momento cuentan con una historia que te trasciende, porque interpretas a un mero transportista pero el mundo del juego parece mucho más interesante que los quehaceres de su protagonista.

Es precisamente a través del mundo que se presenta un misterio de carácter ontológico, con pinceladas que parecen apuntar a una especie de realismo mágico. Es decir, el principal misterio es saber cómo funciona el mundo del juego y su relación con sus habitantes. El juego tiene un ritmo muy pausado, deja respirar a sus personajes y quiere que cada escena que jugamos sea una parada en el viaje. Esto ayuda a presentar los diálogos como el principal foco de interés del juego, aunque tampoco abandona la capacidad expresiva de la kinestética o su apartado visual que, con su minimalismo, consigue enfocar y dirigir la mirada y establecer un juego de observación de los detalles que podrían ser importantes en futuros capítulos. O quizá no.

Reviewed on Nov 15, 2023


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