Parece el típico saco de boxeo del que abusar de sparring y golpes bajos, pero 'Princess Peach: Showtime!' no es un juego que se preocupe de darle duro a su presentación teatral, prefiere conformarse con poner el foco en un personaje muy querido en el mundo de los videojuegos, pero ampliamente relegado al ostracismo de un héroe pluriempleado y con sobrepeso. Siempre que Peach ha sido manejable en algún videojuego lo ha hecho relegada a ejercer el mismo rol que Mario hace en sus juegos, sin nada especial que le distinga ajena a su "realeza" y elegancia a la hora de actuar en pantalla. Su única vez en un papel estelar en 'Super Princess Peach' para DS (¡19 años atrás!) enseñó una versión ñoña, sentimentaloide y falta de chispa de la princesa, en una obra que intercambió los roles de sus estrellas sin pensar qué deberían hacer distinto, qué les hace especiales. Esta vez lo hace en una aventura propia escalando el Teatro Esplendor un poco a la manera que Luigi lo hace en sus mansiones. Obra a obra, planta a planta. Menos genérica y más deslumbrante.

Todo en 'Princess Peach: Showtime' es funcional y básico, pero es suficiente para que la princesa se adapte al rol establecido en cada nivel y deslumbre por su repertorio de habilidades y destrezas, tan cohibido y modosito en el resto de juegos al lado de Mario. Es todo un papel, una patraña de la cual la princesa tiene constancia, un montaje en el que todo está preparado para que haga flash cuando el juego pide flash, pero mentiría si no fuese agradable de contemplar. Si bien Peach viene acompañada de un hada llamada Lucy (en inglés se llama Stella, no se podía llamar así aquí porque Rosalina se llama Estela, obviamente los ingleses no saben ponerle nombres a sus personajes) que le permite lanzar chispas de inspiración a los intérpretes y alterar la escena, todo el protagonismo lo acaparan las 10 transformaciones que la princesa activará llegado a un punto determinado de la obra. Cada una le permite realizar diversas acciones para cambiar el rumbo del guion y salvar la función, recreándose en los ángulos de cámara "molones" que hacen uso de la temática teatral, y en momentos espectaculares hacia el espectador. La variedad de situaciones en las que tendrá que intervenir Peach es notable, y en muchos momentos el juego se siente bastante creativo allende la obvia comparación con el 'Puppeteer' de Sony (pero con personajes carismáticos). No hay un nivel que sea idéntico a otro, pero también es cierto que poseen un ritmo bastante lento por lo general y tienden a atorarse un poco al no poder omitir diálogos y escenas predefinidas (horrible para intentar el 100%, una omisión de diseño flagrante).

Ninguna de las transformaciones de Peach tiene una gran profundidad que digamos, pero evidentemente algunas son más chulas que otras. Manejar a la espadachina está guay, dar piruetas en el hielo como patinadora enamora a cualquiera, la ninja y sus técnicas de camuflaje ofrecen algunos de los mejores conceptos jugables del juego. Otros en cambio, suelen chocar más por el cambio de registro y tienen lagunas considerables: la pastelera queda reducida a minijuegos culinarios no muy inspirados, la sirena únicamente es capaz de cautivar peces (cual culebras a la flauta) y conducirlos por la pantalla sin que ella haga nada interesante, y la peor con diferencia es la detective y su pobrísima (y lentísima) jugabilidad unineuronal. Aunque el constante cambio de registro es bueno para que ninguna de las transformaciones resulte empalagosa o se estire como el chicle, muchos conceptos son rígidos y apenas son desarrollados en profundidad. En consecuencia, rejugar niveles suele ser lento y tedioso, especialmente porque al jugador se le restringe constantemente adónde puede ir y la gran mayoría de esplendoritas (coleccionable del juego) deben obtenerse en un momento determinado... de lo contrario tendrás que repetir el nivel ENTERO. Y aunque ninguna esplendorita es complicada de obtener, algunas están colocadas a mala fe para que pases de largo. Le quita las ganas a cualquiera.

Por lo demás, el juego está simplemente bien. Los combates contra jefes tienen algunas ideas chulas y se hacen amenos, sin ofuscarse a su gimmick determinado. Los vestidos de Peach tienen bastante personalidad y son chulos (aunque no cambien de forma, ni puedas verlos mucho porque buena parte del juego lo pasas transformada). Todo lo que 'Princess Peach: Showtime!' hace, lo hace sin grandes florituras, pero lo hace. Ya puestos a darle el rol protagonista a Peach, creo que habría sido mejor ofrecer más flexibilidad en su planteamiento: dejar que las mecánicas de juego tengan más usos de lo meramente estipulado, dejar que podamos resolver un problema de varias maneras, dejar que se exprese más aún, mayor libertad en la toma de decisiones, que todas las plantas del teatro no sean exactamente iguales que las otras, haber utilizado los Esplendi Maestros de formas más interesantes. Pero el juego únicamente se propone cumplir más que sobresalir en su intento, y honestamente, no puede decirse que haga mal todo lo que se propone. Por muchos golpes que se lleve el saco de boxeo, este vuelve al mismo sitio del que partió antes de recibirlos. Sigue ahí siendo un saco de boxeo, al que darle tortas cuando lo necesitamos y poco más, no suelen hacer gran cosa igual que los ornitorrincos. Pero está bien tenerlo ahí porque de lo contrario, tendrías que cargarte otras cosas más preciadas y es mejor darle a algo que no te cueste más dinero.

Un plato es un plato, y 'Princess Peach: Showtime!' es 'Princess Peach: Showtime!'. Lo quieres porque sabes a lo que vienes.

Reviewed on Mar 27, 2024


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