Es curioso como, pese a no considerarme especialmente un fan de Zelda, me he involucrado tantísimo con este juego. Tampoco soy especialmente fan de los mundos abiertos, prefiero experiencias contenidas y menos ambiciosas, pero el mundo de Breath of the Wild es cálido y me ha permitido viajar con gusto por sus llanuras durante +50 horas.

Hablar de Breath of the Wild con la gente es super guay, porque siempre cuentan historias sobre las aventuras emergentes que han tenido durante su viaje. Breath of the Wild es un caso raro: Como Zelda, es poco convencional, y como juego, es común. Probablemente, Breath of the Wild sea mi juego de Ubisoft favorito.

No me gustan los Roguelikes. Me estresan y tengo una backlog bastante curiosa, así que enfrentarme a cualquiera de estos suele ser chocarme contra una pared hasta, por desesperación, abandonarlo y no completarlo.

Pero... ¿Sinceramente? Creo que simplemente me cuesta involucrarme con ese tipo de juegos y agradezco que de vez en cuando aparezcan juegos como Hades que me hagan salir de esa zona de confort de como creo que disfruto de los juegos. Hades es adrenalina, personajes interesantes y carisma, y acompañaré a Zagreo en su escapada cientos de veces más.