Devil May Cry resulta ser un buen videojuego, su combate frenético y la variedad con la que podemos afrontar los desafíos lo vuelve muy disfrutable, sin embargo, peca de monótono en el ultimo tercio del juego, reciclando elementos anteriormente vistos, y presenta picos de dificultad irrisorios por momentos. Al final, sus méritos eclipsan por mucho sus defectos.

Obra funcional en la cual cumple su rol de transmitirnos la sensación de ser un jedi mediante unas mecánicas de combate refinadas y una primera mitad bastante solida, lastima que el juego decaiga a partir de la segunda mitad de la campaña, pecando de enemigos repetidos, backtracking innecesario y la dificultad artificial que llega a presentar por momentos. A pesar de estos errores, el juego en esta misma mitad logra retomar por momentos sus elementos más memorables (principalmente en las boss fights).

Su duración le juega en contra al no poder mantener el ritmo de las primeras horas, se vuelve tortuoso por su exagerada extensión, y a pesar de que cuenta con aspectos rescatables en el primer tercio, sus virtudes (ciertas mecánicas en el gunplay, su diseño de nivel frenético, su dificultad basada en la reacción del jugador, etc) se ven opacadas ante la repetición abusiva de su formula, dejando un producto bastante deficiente.

A pesar de tener una mejoría respecto al primer juego, sigue dejando mucho espacio a la prueba y error, además de una inteligencia artificial muy deficiente, lo aleja de ser un producto decente pese a los aciertos que llega a tener en su diseño y mecánicas.