Es uno de los plataformas más redondos de la historia, un juego tan compacto y purrfecto al que sólo se le puede achacar que Mario Gato es un power up demasiado poderoso. Por lo demás, no tiene tacha.

Está bien, quizá sus ideas no sean TAN rompedoras, pero lo juegas hoy, CATORCE años después de su lanzamiento, y el control y el uso de la cámara en un entorno complejo como el de cada nivel de pequeños planetas sigue siendo tan alucinante como el primer día. Casi 3 generaciones después funciona como un tiro.