Es un poco bajona revisitarlo años más tarde y ver cómo lleva años siendo idéntico, en lo que parece un estado perpetuo de fase beta.

Aún así es divertido, esta diversión torpe que nunca deja de estar de moda y que con un grupo de amigos te alegra la tarde. Eso sí, no vendrían mal objetivos más tangibles que darse de tortas sin ton ni son.

Adquiere nuevos matices cuando juegas al segundo. Definitivamente recontextualiza los personajes y sus historias, cuando para el final llegué al famoso pasillo del hospital, me entró un escalofrío sabiendo todo lo que venía. En fin, bárbaro como siempre.