149 reviews liked by Lyncalavera


For a god-like all-knowing powerful being, the puzzles it throws at you are a really pitiful attempt at stopping you... Something ludonarrative dissonance something something.

I was enjoying the game whenever it let you explore (specially those sections that give you the illusion of an open world), that's where the dev's world design shines (great atmosphere for what is a minimal style), that's accompanied by some interesting moments of subtle world building or quirky interactions. But sadly ruined by mundane puzzles and clunky platforming sections that take away from the experience. Also, what's the point of the breathing mechanic? You use it for like 10% of the game, and it practically only exists to distract and not let you immerse yourself. Maybe the devs should've stuck to the premise of it being an "artistic experience" and not a game, even though it sounds pretentious as hell in the steam description. Anyway, I don't want to rip too much into this game since it's free, and the most offensive thing it does is being amateurish... Overall, a decent short game. Discovered "BLAME!" thanks to it too, so I'll probably go right ahead and read that.

(Oh, if you have a monitor with an energy saving feature that turns it off whenever the screen is black, turn that off before playing because the game's really dark, and lifting the gamma to max on the settings seemingly doesn't help lol.)

Un juego absorbente y amenazador, adelantado a su tiempo y al mismo tiempo extremadamente deudor de su época. Firme heredero de los juego-puzzles hechos durante la eclosión indie como AntiChamber (en sí, descendientes de Portal), NaissanceE aporta ofuscación y completo minimalismo para dejarte sólo con las sensaciones. El resultado es excelente, y realmente no tendría nada más que añadir salvo, quizá, un final un poco menos abrupto.

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An absorbing and enticing game, ahead of its time and at the same time extremely of its time. As an offshoot of the puzzle games boom made during the indie era ala AntiChamber (which came directly from Portal), NaissanceE brings obfuscation and minimalism so that you may just bask in sensation. The results are excellent, and the only thing I'd say is that this needed a slightly less abrupt ending.

This review contains spoilers

TW: Abuso sexual, autolesión, pedofilia, violencia intrafamiliar.


Se dice que hay historias que están esperándote, escritas para ti, capaces de hablarte a un nivel tan íntimo que parecieran redactadas por aquella persona que más te conoce en el mundo.

Esto, sin embargo, no es real, pero no quita que avive un punto romántico que hace del arte algo tan digno de vivirse. Especialmente si, como en el caso de Slow Damage, se trata de arte sobre el arte.

Lastimosamente, de igual forma a cómo opera Towa con sus sujetos de estudio, esto último que dije no es más que una pequeña mentira. Slow Damage es sobre muchas cosas, pero aunque se trate de la vida de un pintor, no es en lo absoluto sobre la experiencia artística.

El arte para Fuuchi Kabura, siendo ella escritora y directora, parece estar supeditado a la experiencia social. Es un mecanismo de unión y contacto, una conversación entre víctimas. Un último resquicio de pulsiones y pasiones que se concretan en un eterno chorreo de pintura que simula el acto sexual. En la práctica, para Towa, no hay diferencia entre morir rociado por sus pinceles, que hacerlo entre fluidos seminales.

La estructura de rutas de la novela visual se perfiló, casi desde sus orígenes, como una capacidad de elección premeditada ya hacia el usuario. ¿Qué opción romántica buscas? ¿Sobre qué personaje quisieras saber más? Esta última formulación es la que le interesa a Slow Damage, desentendiéndose de las decisiones y premiando el escarbar en las entrañas psicológicas de su protagonista: se trata de obsesionarse con el otro, y avanzar hasta sus heridas.

Será una historia sobre cicatrices, sobre quemaduras, sobre flores que recuerdan a cortadas, sobre querubines y la obsesión con los niños, sobre el amor filial y el amor traumático. Cada capítulo se centra en un sujeto distinto, y es misión de Towa, y por consecuencia de la jugadora, descubrir qué esconde dicho personaje.

Slow Damage baila al ritmo de una historia de detectives, y convierte al sexo en una conversación sobre las parafilias. No utilizamos evidencia, sino que atendemos al aura y las miradas para desnudar al otro, descubrir sus fijaciones y permitirle al animal que reside en cada ser humano tomar control momentáneo sobre su cuerpo. Y, finalmente, culminar aquella relación en una pintura.

El sexo es algo extraño para mí. No es que me importe, y eso corre para ambos lados: no lo busco, pero tampoco me desagrada, al menos no intrínsecamente. Puedo tenerlo si con ello configuro contacto, logro expresar o recibir cariño de la persona con la que lo esté haciendo. En resumen, apenas me interesa. ¿Pero a Towa? A él sí.

Las autolesiones me suponen un posicionamiento extraño. Por un lado, son una oportunidad de inducirme placer, pero no uno que se busque activamente, sino un paliativo que aparece para drenar otra clase de dolores, mucho más íntimos y psíquicos, a los que en principio pareciera que la carne propia no logra procesar. Hoy en día busco evitarlo, pero como experiencia es algo que ha permeado parte de mi identidad, y sigo sufriendo sus consecuencias. Fuera de allí, la mayor parte del tiempo, no es algo en lo que piense, y apenas me interesa. ¿Pero a Towa? A él sí.

La masculinidad es una trampa conceptual que pone en tensión la relación con mi identidad. En varias ocasiones ha sido una fantasía arrojada al aire, algo que nunca nadie podrá capturar, y que encapsula un ideal platónico muy infantil, como lo sería experimentar la vida desde la óptica de un asustado, solitario y profundo artista que está roto por dentro. Sin embargo, ser hombre es una posibilidad que apenas me interesa explorar. ¿Pero a Towa? A él sí le importa.

Las cicatrices son una forma de arte corporal. Marcas estéticas que atestiguan un momento doliente en la vida del individuo. Pero a diferencia de la pieza artística, que eventualmente se independiza transformándose en objeto, la marca corpórea se vuelve social.

Como ya nos enseñó Cindy Sherman, la crueldad humana no necesita representarse, pues se percibe como innata en la experimentación. La performance, para mí la forma más elevada de arte político, es una exhibición constante del cuerpo, una sumisión a la realidad donde a modo de protesta te permites ser vulnerada.

Esto, sin embargo, no es más que la perspectiva interna del corte. Desde el exterior, desde las personas que te adoran, cada parte accidentada de tu físico es una herida por la que alguien se siente responsable. Y duele.

Towa busca el sexo del mismo modo en que busca ser agredido físicamente. Porque el momento de la eyaculación es lo más cercano a la violencia que existe, y la pasividad de quien recibe no es por disfrute, sino porque es la posición perfecta para observar las demostraciones de placer más intensas del resto. Siempre es más rápido y más sencillo dejar que los demás se encarguen de hacer lo que quieren, un espacio donde quien hace el trabajo es quien se exhibe por cómo es. Y aquello aplica tanto a la sexualidad como al arte.

Cada ruta, como cabría esperar, recoge una serie de temas propios. Las hay historias que se enfocan en el arte corporal desde la óptica del tatuaje, visto como una contradicción entre el cuerpo dado (el nexo con el progenitor) y el estilo que uno quiere imprimir en sí mismo. Una latencia interna que observa en las actitudes femeninas una desaprobación no concluida, y cuya resolución parece evidente: encontrar una definición de la masculinidad que permita moldear la expresión propia. Y en un entorno decadente, sucio y dirigido por la yakuza, la masculinidad es algo que solo se obtiene sufriendo. Mutilando el cuerpo en combate.

Más narraciones: el ser cuidador nato, obsesionado con mostrarte como un padre protector que lleve un registro milimétrico de las cicatrices ajenas. El anhelo traumático de la infancia hace evidente acto de presencia, con un pasado olvidado que debe ocultarse a los hijos a toda costa. Una obstinación que no es raro encuentre consuelo en la figura materna, la cual es perfectamente replicable por hombres, que se traduce en la tangente de la presentación (a través de la vestimenta y el maquillaje), que hacen del travestismo una oportunidad para reconectar con los difuntos. Con lo irresuelto.

Towa, sin embargo, es ignorante de dos traumas distintos que han marcado su vida. La tercera ruta se centra en la temprana adultez, época en la que ya perfilaba su futuro como pintor, y por lo mismo, recoge en el lienzo un espacio para pintar heridas y sangre. ¿Pero cuál lienzo? Su propio cuerpo, violentado.

Su ojo perdido procede de un tiempo que no logra decidirse entre la calma y la tensión. La vida callejera, donde todos son enemigos, pero con la alegría aflorando entre hombres que se protegen mutuamente. Al final del día, quienes luchan a mano limpia solo les acaba esperando el mismo final: una vida breve donde cada parte del cuerpo que se pierde se contabiliza como un pequeño precio a pagar, a modo de una deuda siempre acumulándose, mientras intentas mantenerte en torno a la gente que te trae paz.

En la vida real no hay decisiones, solo estilos para interactuar. Es por ello que Towa deambula por las calles recogiendo las tácticas discursivas de otros. Las personas nos influyen, aprendemos de ellas, y podemos aplicar su identidad en nosotras.

De repente, el telón se levanta y se revela un último cuento. El más extenso, el más doloroso. Un daño lento que por más tiempo recorrerá tu cuerpo.

El trauma existe, puede darse en cualquier momento de la vida. Sin embargo, los temores adultos de Towa no son ni remotamente comparables a los infantiles. En el pasado se esconde algo mucho peor, lo podrido que está allí en el cuerpo. Los pequeños gestos inconscientes de uno mismo proceden de un momento anterior, la vida misma de una es un engaño mientras se escapa de la crudeza del mundo.

Todas las demás formas en las que el cuerpo había sido modificado hasta ahora pasan a segundo plano: Slow Damage es, efectivamente, sobre los cortes, las cicatrices y las quemaduras.

Se dice que el mayor momento de empatía que puede vivir alguien es encontrándose con un cuerpo idéntico al propio. La vida habla a través de nuestro físico, y eventualmente toca separar el daño infligido (posesión del agresor) del cuerpo resultante (magullado, agredido, pero en última instancia propio). No somos el evento que nos dejó estas marcas, sino el cómo (y si) decidimos esconderlas.

En Slow Damage hay varios episodios, cada uno dedicado a algún personaje peculiar. Exploramos su psique, sus fisuras, negociamos a través del sexo y la mutilación conjunta, y finalmente pintamos un cuadro. Y sin embargo, ¿por qué hay una ruta verdadera? Porque Kabura, en última instancia, quiere decirnos algo, pero también busca que atravesemos otras formas de lidiar con el dolor.

Discutiblemente hay mejores maneras de afrontar el trauma, o como pronto que pudiesen ser más sanas. Pero eso no significa que los demás Towas, que enfocaron su vida de otro modo (quizá más tóxico, quizá más apático, quizá violento de cara a sus seres queridos, o quizá desinteresado totalmente de su bienestar) no pudiesen haber sucedido, o que no haya personas sufriéndolas de tal modo ahora mismo, en este dolido planeta.

Y puede que por ello su escritora, quizá oponiéndose a las tónicas decadentes de su mentor, nos muestra el peor escenario posible. Y al mismo tiempo, el único donde uno, al final del recorrido y mirando hacia atrás, puede finalmente reconocer que logró ser feliz.

Un Towa nuevo, el peor Towa, que no se deja cortar por los demás, sino que decide agredirse a sí mismo para conectar con el trauma. La amnesia, esa ambivalencia que te hace querer saber de ti, pero al mismo tiempo temerle a tu propio reflejo, marcan una vida que ha sido erradicada de la memoria.

La misma persona que es capaz de causarte el mayor de los daños posibles se transforma en quien por vez primera puede descubrirte que el placer sano existe. Alguien que te suscita curiosidad, pero esta vez no de manera morbosa. Alguien a quien amar de forma honesta, no para querer pintarle un cuadro.

La tragedia de la cicatriz es que revela que siempre hay algo más que lo que está a la vista. Lo que en cualquier otro escenario hubiese sido el terreno para invocar a ‘euphoria’, aquí desvelan el interés real de una historia: conocer la verdad.

El arte, los cuadros, jamás han sido “por el arte”, ni por el placer, ni por matar el tiempo. Para Towa fueron, durante muchos años y en muchas realidades distintas, la consumación de un estilo de persuasión. La verdad de un ser humano resguardada para siempre en paredes de pintura.

Y la última verdad del trauma es que este no es racional. Una opera alrededor suyo incluso sin proponérselo. Puede romperte, puede convertirte en alguien capaz de hacer daño. Y en el peor de los casos, al buscar aceptarlo, uno acaba agarrándose, con esas uñas que carcomen la piel y desgarran la carne, a los últimos resquicios de autonomía personal que todavía nos quedaba.

El trauma condiciona. Nos disminuye. Nos convierte en personas incapaces de vivir de un modo distinto al ya aprendido para soportarlo. E incluso si algún día se le logra dar un cierre, las pesadillas no desaparecen. Las sensaciones violentas trasgrediendo tu cuerpo ahí estarán. Inevitablemente, uno sigue sintiéndose como una carga.

La culpa del superviviente es real. Tras un evento traumático, uno se cree peor que previo a este. Es allí cuando el título finalmente cobra sentido. No se trata de lo tardado del momento en que te infliges dolor, ni del cómo las sensaciones recorren tu cuerpo. El daño es lento, porque avanza por dentro, allí donde no está a la vista, siendo a su vez íntimo y abyecto. Y se queda para siempre.

Cuando un abusador falla, sufre. Solo un humano es capaz de generar tal de nivel de dolor, y el arrepentimiento y la culpa son consecuencias esperables. Pero quienes realmente cargarán con la tragedia por el resto de sus vidas son las víctimas.

Slow Damage es una historia sobre muchas cosas. Sobre el acto de cortarse, el placer auto-concebido en el dolor, y la excitación sexual que puede nacer de allí. También sobre el dejarse agredir, sentir ese etéreo concepto bajo el nombre de masculinidad latir debajo de tu piel, y experimentar ese sufrimiento que, contra todo pronóstico, te hace sentir más vivo. Es sobre abuso, sobre secuestros, violaciones forzadas, y sobre esos momentos tan bajos que desearíamos nadie debiese atravesar. Es también sobre el amor, y las bifurcaciones que lo vuelven tóxico: enamorarte de un amigo, de un padre, de un hermano, y de tu abusador. Son realidades que suceden, demostraciones de que en el mundo, para bien o para mal, hay de todo.

Pero de lo que trata realmente, es sobre supervivientes de abuso sexual infantil aprendiendo a reconectar con la vida. Porque el mundo nos ha fallado, y sobre todo le ha fallado a los niños. Es normal sentir que no hay nada allá afuera que pueda compensar el infierno travestido como sociedad.

Slow Damage es un gesto de fe, una pequeña carta invitando a quienes, seguramente, sean las personas que más han sufrido en este planeta, para decirles que son válidas y pueden salir adelante. No necesitamos más retratos de víctimas de abuso pintando sus vidas como si fuese una tragedia que nadie debería vivir. Tus experiencias son válidas. Déjate querer. Permítete sobrevivir. Nunca deja de doler, pero eventualmente ya no es solo silencio.

Yo no estoy entre esas personas, y aun así, siento que había una historia allí, esperándome, aunque fuese para alguien más. Escrita para mí, aunque jamás se hubiese pensado en un caso como el mío. Con la capacidad de hablarme a un nivel tan íntimo, como si Kabura me conociese más que nadie. Y aquí seguirá, sin saber jamás que existo, pero no puedo sino, con la garganta apretada y la experiencia de haber aguantado el sexo, los fluidos y la sangre no consentidos, darle las gracias.

Merezco ser amade. Tú también, mereces ser amada. Jamás lo olvides: allá afuera, hay gente que te ama.

sexual appeal of incredible melancholic violence with all the mechanics feels profoundly transgender

Este juego es uno frustrante, no porque sea díficil, si no porque es un buen juego atrapado en un monton de parafernalia que no le hace ningún bien.
Es decir, el core del juego, la parte mecanica es una que me gusta mucho y esta muy bien pensada, las herramientas que da el juego más el incentivo de los niveles por conseguir las mejores puntuaciones es uno genial. No solo el juego te da eso, si que a través de estas herramientas te da espacio a generar tus propias rutas para reducir esos segundos demás, es casi una forma de expresión de los jugadores al encontrar nuevas formas para acelerar el paso pos los niveles, todo eso me encanta no por nada me obsesione con sacar primeros lugares en mi lista de amigos (no lo conseguí siempre).
El problema es que todo lo que rodea el juego es increíblemente mediocre a completamente insoportable, los personajes son lo que más destaca, se nota la inspiración en el anime pero no en el buen sentido si no que toma todos los topicos y objetificación femenina de este (en concreto ecchis o harem) para crear a sus personajes, tanto en diseño como en personalidades, interacciones e historia. Esto convierte al juego en una constante de crear situaciones incomodas, misoginas y pajeras.
No acaba ahí si no que todo el sistema de regalos del juego me parece una forma muy vaga de implementar coleccionables, el que estén me parece genial, incentivar la vuelta a los niveles para explorarlos de manera distinta a la habitual, pero su "uso" es increíblemente pobre, ya que generan un sistema de regalos para subir tus relaciones con los personajes, lo cual es una forma extremadamente mecanica y artificial para relacionartes con ellos, ya que fuera de este sistema no podes verlos fuera de su estricto rol en la historia, lo cual hace que tu familiaridad con ellas se vea reducida a un sistema puramente mecanica de desbloqueos, es torpe, aburrido e increíblemente artificial.

Más allá de eso la historia en si misma no es una que funcione muy bien, tiene todo este planteamiento sobre dios, los angeles, el perdón y el destino, pero no siento que realmente sepa llevar ninguno de estos temas sin caer profundamente en la simpleza más absoluta, cosas como que Green sea un villano caricaturesco le quitan mucho peso a mucho de lo que prentede la historia, hablar del perdón pero al mismo tiempo dando un antagonista sin más facetas que la psicotica, más allá de eso la misma no se mueve de manera interesante, si no que lo usa como motor para "justificar" el avance sin más, lo cual es una oportunidad desperdiciada enorme porque tiene temas y elementos muy interesantes que explorar pero decide quedarse en la vagueza más absoluta.

Y por último me gustaría comentar es como de la mitad en adelante el diseño de niveles empieza a decaer más y más, como comente al inicio algo que me gusta es el incentivo a la expresión de sus jugadores al moverse por los niveles, pero conforme avanza no solo los niveles se hacen más largos si no que el diseño de niveles empieza a ser mas restrictivo, empieza a permitir menos el uso de tus herramientas para crear nuevas rutas para forzar por las que ellos quieren que vayas, lo cual es increíblemente frustrante a muchos niveles, por suerte en el mundo final, el de la pagina se recupera la libertad aunque sea por unos cuantos niveles pero no hace menos pesado todo el resto de su trayecto hasta ahí.

Me gusto el juego, pero me frustra que fuera de su base el mismo decaíga por todos lados, y no deje a los jugadores moverse como realmente desean.

kirby's dream land already had a strong aesthetic, but adventure is just on a whole other level. the game's wide variety of colour palettes are all striking; vivid sunsets, dreamlike castles in the clouds, highly stylised pastel spacescapes, they're not only impressive on a technical level befitting a game at the end of the NES' life cycle, but they also evoke a surprising amount of ambience, giving its myriad locales a lot of character

the game generally has a remarkable sense of place, i really like how the world map is not so much a menu like in a lot of its contemporaries but more of a mini-stage that uses the same mechanical language as the rest of the game, the backdrops of the level entrances have a sort of theatre set look to them that serves as an abstraction of what that level will feature, and where it exists in relation to the other levels which is an incredibly cool idea, i particularly like how butter building's hub world is entirely vertical, giving the impression of climbing one big tower that i don't think would quite come across otherwise

all this is to say nothing of the levels themselves, which are so eager to wow you with their amount of visual themes its astonishing, the first level of grape garden for instance starts in a sort of cloudy castle area, then goes to a purple-y starry sky, and then an icy aurora borealis area, all in like under two minutes. dream land 1 was great at this too but i find it even more impressive here considering how adventure goes even harder on the detail and variety, in a much longer game to boot

the level design is very simple, more focused on enemies and stage hazards than platforming and not very challenging, but it's just very comfy as a result and as i said before never sticking with one thing too long, the stages are all very short too and while a much fuller feeling game than its predessor, the game can be comfortably beaten in one sitting, it's a game that burns bright and fast and doesn't let its simple gameplay wear thin, and if you have any passing knowledge about this series at all then you probably don't even need me to tell you what a welcome addition copy abilities are in complimenting all of this

if i were to gripe about something it would probably be that the extra mode is a little disappointing compared to dream land's which increased the difficulty by changing enemy placements and behaviours to be far more dangerous, and also introducing new enemy types altogether which made the game feel very fresh and really enhanced the game for me. adventure merely lowers your max health and doesn't allow you to save, which is far less interesting and the latter of which was a non-factor considering that i was playing the game on my 3DS that i could just put into sleep mode

otherwise though kirby's adventure is a delight, beautiful art and animation, amazing music, fun and cozy gameplay, all jam-packed into a lovely little two-hour adventure. so fluff up your pillow, for tonight dream land will sleep well~

Entre esto, The Well y Vía Negativa, empiezo a considerar a Yames une artista de pocas temáticas y muchas ideas. Donde el primer juego tanteaba con los elementos de una novela gótica clásica, y Vía Negativa trata de presentarse como una versión retorcida del sacrificio de Job, Water Womb World es, a mi parecer, la obra suya que más reconoce sus raíces lovecraftianas. A decir verdad, hay historias en los Mitos de Cthulhu que se leen prácticamente igual si excusas el componente religioso.

Como ya he dicho, creo que Yames es un poco de piñón fijo, pero mientras la estética y la presentación me entren, estaré dispuesto a excusarlo. Y aquí lo que me ha entrado es la interfaz de PC-98 que lo impregna todo. Con todo, hecho en falta un poquito más de variedad.

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Between this, The Well and Via Negativa, I'm beginning to see Yames as an artist with few themes but many ideas. Whereas the first game tinkered with the tropes of a gothic novel, and Via Negativa is like a twisted version of Job's sacrifice, Water Womb World is the one work of his that sits closer to Lovecraft. Truth be told, there are stories in the Cthulhu Myths that read pretty much the same minus the religious component.

As I said, I think Yames is a bit of a one trick pony, but as long as the aesthetics and presentation suit me I'll be willing to play. The PC-98 interface is what did it for me this time, but I missed some variety in the end.

Ten chances to add Geno and all ten of them wasted on lame ass anime characters

where men were born, and women spent the most money on toilet paper so i could keep shitting on scrubs on the mlg guardian 1v1 playlists

chief and arbiter definitely have touched each others willys