el unico metajuego que necesitamos. interesante acercamiento al género de terror

no recuerdo mucho de este juego porque me lo pasé allá por el pleistoceno (2011) pero si que me gusta decir "Super Meat Boy!" con la misma voz que el tio de la pantalla de título aunque no venga a cuento en absoluto. es una voz apacible.

me compre este juego porque lo hizo un youtuber que seguía. no recuerdo absolutamente nada más allá de que era prácticamente un juego de móvil que el pibe vendia como si fuese Chrono Trigger 3

fue el pionero de un trend de mierda (juegos por capítulos) y sigue siendo lo mejor que salió de dicho trend. ojala volver a cuando jugué esto por primera vez sin saber nada de lo que ocurriria ni de que iban a copypastearlo 20 veces cada año

plagadito de decisiones de guión y """giros""" creados por puro shock factor. tendría que haber sido el último!

todo el tema de sandbox es divertidismo pero en cuanto te metes a gestión es un tirón de bolas. a santo de que tengo a la mitad de trabajadores paseando por el parque? porqué cada vez que me alejo medio segundo se ha llenado otra tienda de bebidas? cuantas papeleras por metro cuadrado tengo que poner para que los conserges no se quejen?

The most fun you can have online

va sobre un chaval que deja de ser otaku

un juego con mucha importancia personal en mi desarrollo como persona (jaja)

man no se cuantas veces he dropeado este juego pero de verdad que se me resiste muchisimo, entre que el mapa de tokyo aburre y el sistema de combate / fusiones ni fu ni fa me cuesta muchisimo pasarmelo

es un jrpg con justo lo que necesita cualquier jrpg: que el protagonista pegue descamisado y a piñazo limpio

lo probé hace tiempo y me durmió. probablemente decida retomarlo algun año

durante mucho tiempo solía pensar que este era el peor de los 3 personas modernos (3, 4 y 5) pero creo que a medida que pasa el tiempo apreció bastante mejor sus cualidades, atmosfera e ideas en la presentación (la historia sigue siendo un piñazo)

"Bueno, ya me lo pasaré en otro momento" - Emerald, febrero de 2017